KIRIN BREWERIES
HISTORIA DE LA CERVEZA KIRIN
Si mal no recuerdan, la historia
de la cerveza en Japón comienza en Yokohama con la creación
de la Spring Valley Brewery. Su fundador fue el malhadado aventurero
estadounidense de origen noruego William Copeland. Éste había
llegado a Japón en 1864 y había establecido un próspero
negocio de lácteos y transportes. Vio que el número de
sus trabajadores aumentaba y que estos, evidentemente, tenían
sed. Adivinan lo que hizo, ¿no?.
Se cuenta que Copeland tuvo la idea de instalar una
cervecería local en 1869, cuando vio bajar las aguas claras de
las montañas de Amamuna. Tras un año de trabajo dio a
luz a su primera cerveza: la Amamuna Beer-Sake. No le iba entonces mal
a Copeland, porque la demanda de cerveza subió rápidamente
esos años. En 1872 regresó a Noruega, se casó con
su novia y la llevó a vivir a Japón.
Por desgracia su mujer fallecería poco más
tarde. En 1884 Copeland, casi arruinado, cerró la Spring Valley
Brewery y regresó a EE.UU. Sin embargo las instalaciones permanecieron
y al año siguiente un grupo de de empresarios formado por extranjeros
y japoneses decidió comprar y reabrir la fábrica: es el
nacimiento de la Japan Brewery Company. Ya en 1884 se populariza la
imágen de la marca en todas sus cervezas: un dragón de
la suerte japonés o kirin.
Resulta,
por cierto, curioso que nosotros veamos una mezcla de dragón
y caballo cuando los japoneses ven un ciervo-jirafa, según la
traducción que se me ofrece. Lo que está claro es que
es un animal mitológico y mágico.
Aunque en principio el capital y la mayor parte de
recursos eran extranjeros, en 1907 la familia Mitsubishi adquirió
todo la empresa e inició su rápida expansión por
Japón. Ésta sólo se vio frenada por la destrucción
de la fábrica de Yokohama en 1923, que sin embargo fue seguida
por una rápida reconstrucción y ampliación.
Kirin vio sin embargo como su pujanza fue frenada por
la centralización impuesta por Dai
Nippon Breweries, la macroempresa que dio origen a Asahi. La IIGM
tampoco ayudó a la recuperación ni de la cervecera ni
del país, evidentemente.
En los años 50, sin embargo, y tras la disgregación
forzosa de imperio Dai Nippon, Kirin se alzó pronto como la primera
cervecera, llegando a alcanzar el 60% de cuota de mercado. En un país
como Japón eso es mucho y Kirin llegó a ser la segunda
productora mundial a mediados de los años 60, por detrás
de Anheuser & Bush. Y la situación de predominio se prolongó
de este modo hasta que Asahi rompió el mercado con su exitosa
Asahi Dry a finales de los 80. Pronto Asahi Dry se convertiría
en la cerveza más vendida, por delante de la intocable Kirin
Lager.
Kirin acusó el golpe y tuvo que cerrar tres
de sus fábricas. Introdujo en el mercado nuevas Lagers, menos
amargas y fuertes. Kirin también se apuntó pronto a la
creación y venta de happoshu, cerveza con menor proporción
de cebada. Sin embargo, a pesar de todos estos movimientos, la entrada
de Asahi en el mercado de las flojas cervezas propició, en 2001,
que Kirin perdiese su supremacía en el mercado japonés.
En
la actualidad, el producto más exportado de Kirin es Kirin
Ichiban, una lager comercial clara, seca, y bien lupulizada. Sin
embargo, Kirin guarda sorpresas agradables en su Kirin Beer Village,
un pequeño parque temático dedicado a la cerveza a los
pies de la fábrica reconstruida en Yokohama. Allí se pueden
degustar especialidades elaboradas en una microcervecería experimental
de Kyoto, como la Kirin Alt: la visión japonesa de las cervezas
de Düseldorf.
Y no es la única referencia alemana. A finales
del siglo XIX la empresa estuvo bajo dirección germana. Muy posiblemente
gracias a ello, Kirin fue una de las primeras cerveceras japonesas en
elaborar una Lager negra inspirada en la Munich, o quizá en las
cervezas de Köstritz, como quería pensar Michael Jackson.
Esta cerveza ha sido imitada por todas sus competidoras. En fin, que
todas las especialidades de Kirin, la cerveza de la jirafa voladora,
pueden degustarse en el pub de la Kirin Beer Village.
Pub que se llama Spring Valley: todo un homenaje al
desafortunado William Copeland.